viernes, 1 de junio de 2007

A “L´ HORA DEL LECTOR” (Canal 33)

Soy mallorquín -palmesano para más señas- y hablo catalán, «però com no estic gaire segur de la meva ortografia, ni de la sintaxi ni de res, em sembla més adient» proseguir en castellano. Cambiando de canal he tropezado con «L´hora del lector», cuya emisión de día 4 de mayo daba ya los últimos coletazos. Fisgoneando en los títulos de crédito, no sé muy bien cómo, he sabido de la existencia de “el blog del senyor Boix” (http://blogs.ccrtvi.com/elsenyorboix.php). Hacía meses que no miraba la televisión, y más tiempo aún que las personas que viven conmigo me permitían utilizar el mando a distancia; de otra manera, jamás habría dado con vosotros.Resultaría sospechoso que después de estas líneas os felicitara por vuestro trabajo, pero aun así no puedo por menos que congratularme de la emisión de un programa dedicado a fomentar la lectura, que puedo asegurar que intentaré seguir.Por cierto, conocí a Cela en el ochenta y tres del pasado siglo. Un oficial electricista y yo nos desplazamos a La Bonanova, donde él residía, para solventar unos problemillas eléctricos en su vivienda. Por aquel entonces yo no lo había leído demasiado -acaso el Pascual Duarte y por prescripción académica-, pero aun así era consciente del enorme talento y carisma del escritor gallego, que estuvo amabilísimo con nosotros. De hecho, le rogué que me dedicara un libro que yo había traído previamente conmigo, y lo hizo encantado. Es más, cuando terminamos el trabajo nos obsequió, a mi compañero y a mi, con algunos ejemplares de su propiedad, que al menos yo todavía conservo.Decir que aquel episodio marcó mi posterior afición a la literatura sería presumir demasiado. Antes de aquello ya emborronaba cuartillas, aunque sin pensar en modo alguno que algún día podría vivir de la escritura. De hecho, voy a cumplir los cuarenta y siete y no he publicado más que algunos artículos de opinión y varios relatos breves en rotativos de provincias. Pero aun así, yo lo sigo intentando, y hago mía la sentencia de Cela: el que resiste, gana.

lunes, 2 de abril de 2007

El Código da Vinci versus La sombra del viento


LOS CINCO GRANDES PARECIDOS
  • Sus autores residen en los EE.UU.

  • Han escrito un Best Seller que les está reportando pingües dividendos.

  • Ambas novelas superan las cuatrocientas páginas.

  • Tanto la una como la otra ambientan parte de su argumento en la Ciudad de la Luz.

  • Los dos escritores hacen uso de recursos cinematográficos en la confección de sus textos.

LAS CINCO GRANDES DIFERENCIAS

  • Mientras que el primero tiene un inicio tan prosaico que se nos antoja verosímil, el segundo no podría arrancar de una manera más lírica.

  • El Código da Vinci fue redactado sin pensar en el Pulitzer, en tanto que La Sombra del Viento no se alzó con el Fernando Lara de milagro.

  • Al contrario que los de Zafón, Los personajes de Dan Brown son incapaces de suscitar la sensibilidad del lector.

  • Al estadounidense le cuesta alimentar una trama que el español desarrolla magistralmente hasta la última página.

  • Con La Sombra del Viento retornamos a la Novela Clásica. El Código da Vinci es una clásica novela de intriga.

domingo, 4 de febrero de 2007

ALEGORÍA

Aprieta el gatillo con rabia, casi con desesperación, como queriendo acabar cuanto antes con una obsesión. Frente a ella, esa mirada de conmiseración y sempiterno reproche se esfuma tras los párpados yertos del adúltero, desplomándose contra el entarimado de roble y reverberando en la oquedad de su cabeza con un golpe seco que la arranca del ensueño. Se incorpora levemente para dar un sorbo al té que el camarero ha depositado sobre su mesa con una sonrisa. Mientras lo saborea, no consigue reprimir esa lágrima que se desliza describiendo en su mejilla una parábola de amor, que Julio no merece.

Sin título

Tras la muerte de mamá, no veía tan abstraído a mi padre. Aun así, no me preocupa demasiado que se haya pasado la tarde sentado bajo el porche, y con la mirada extraviada entre los cipreses. Pienso que no está mal rememorar el pasado, sobre todo si los recuerdos son tan entrañables como los de la infancia. Nuestra perra, con su instintiva obsesión por escarbar, hocicó ayer con ellos, pero ha sido mi hijo el que después de echar un vistazo al contenido le ha entregado al abuelo la herrumbrosa cajita, que había permanecido soterrada en el jardín durante los últimos sesenta años.

sábado, 3 de febrero de 2007

Fragmento apócrifo de los “DIARIOS”, de Dacio Gil Monroy


Se ha despedido de mí con un levísimo quiebro de muñeca, antes de desvanecerse en el insondable túnel de luz. A pesar de la claridad que distorsionaba mi percepción de la escena, en su porte gallardo y la indumentaria tan peculiar me ha parecido reconocer al autor de El conquistador errante. En realidad, nunca llegué a conocerle en persona, pero podría jurar que era él. En mi ensayo El augusto Faroni, todavía inédito, me explayo a gusto con el poeta y sus cualidades humanas. Él es el prototipo, no me cansaré de decirlo, del artista comprometido que a mí me habría gustado llegar a ser algún día. Ni el Primer Premio de la Poesía Internacional provocó en él lo que otros galardones menos distinguidos en pendolistas de inferior talla. Pero la visión ha durado apenas un instante, si bien ha sido intensa, porque es lo único que consigo recordar del insólito sueño. Un instante después, el despertador ha sonado con ese ronquido amargo que cada mañana me devuelve a mi oscura y monótona vida de viajante de comercio.