sábado, 3 de febrero de 2007

Fragmento apócrifo de los “DIARIOS”, de Dacio Gil Monroy


Se ha despedido de mí con un levísimo quiebro de muñeca, antes de desvanecerse en el insondable túnel de luz. A pesar de la claridad que distorsionaba mi percepción de la escena, en su porte gallardo y la indumentaria tan peculiar me ha parecido reconocer al autor de El conquistador errante. En realidad, nunca llegué a conocerle en persona, pero podría jurar que era él. En mi ensayo El augusto Faroni, todavía inédito, me explayo a gusto con el poeta y sus cualidades humanas. Él es el prototipo, no me cansaré de decirlo, del artista comprometido que a mí me habría gustado llegar a ser algún día. Ni el Primer Premio de la Poesía Internacional provocó en él lo que otros galardones menos distinguidos en pendolistas de inferior talla. Pero la visión ha durado apenas un instante, si bien ha sido intensa, porque es lo único que consigo recordar del insólito sueño. Un instante después, el despertador ha sonado con ese ronquido amargo que cada mañana me devuelve a mi oscura y monótona vida de viajante de comercio.

4 comentarios:

Margarulia dijo...

Sr. Caparrós esto ha sido super chulooo

Anónimo dijo...

Cualquier día tendré que contar lo que sobre Cela me informó un sujeto poco recomendable, con el que mantengo una cierta amistad, a propósito de un fortuito encuentro con el Sr. Cela, en la Pza. de Cort, mientras diluviaba. Pero antes tendría que escribir cómo en cierta ocasión presenció, el susodicho sujeto, un polvo o pulución en una moto de alta cilindrada, en marcha y a bastante velocidad, como el caso requería, y poner en antecedentes a un funcionario de la Administración educativa segoviana. Cosas mías, pero no me digáis que dejan de ser celianas.

Francisco J. Caparrós dijo...

¿A qué esperas para contarlo, Sr. Anónimo?

Un saludo.

Unknown dijo...

Siempre me gustaron los apócrifos, sobre todo cuando son fragmentos, aunque me haga llamar el gran Faroni no soy más que otro de los impostores sin mácula.

Saludos, amigo.